Bajo la Mano

Captura de pantalla 2017-10-16 a las 11.34.45 a.m..png

 

Abro los ojos, subo la vista. Enfoco y contengo el aliento,

cuando un rojo repentino grita fuerte

mientras se come una piedra y tres palmeras.

 

Suelto el aire, exhalo.

Una lámina dorada se arruga fugaz, como una servilleta usada.

Y vuela bajo un corazón de mujer que flota sin tiempo.

Se deja mirar, orgulloso. Y el orgullo lo deforma,

como a todos, hasta convertirlo en un dodecaedro.

De varias toneladas, el grafito color mármol se triza y de su vientre

escapa un ejercito de peces metálicos

que rodean y coronan una cabellera luminosa,

se funden los dos. Se besan,

como dos que se besan,

y se aman, como dos mitades de un membrillo,

con sal, después de almuerzo.

 

Respiro nuevamente, el aire es dulce y tibio

Cierro los ojos.

¿El parpadeo es el oscuro entre luces o

el lapso luminoso entre penumbras?

 

Abro los ojos, bajo la mirada y veo.

Piel partida, cortada, gastada.

Cuero manchado por el sol

e intención geométrica,

y un abrazo informe con puntos azules,

espinas blancas o quizás una caracola,

de esas voladoras que te acompañan cuando te sientes solo,

o muy callado, o muy agrietado de vivir.

 

Esas grietas profundas que vienen de Tocopilla y Copiapó,

las conoces, como el pan con mantequilla.

Son nuestras, estaban ahí antes de nacer

y estarán ahí después respirar.

Los surcos en nuestra topografía son cauces secos de ríos

de alegrías y grises. Contienen, permanecen y almacenan.

Por que para alguien que no habla, las lagrimas cortan las mejillas,

como cuchillos cartoneros decía Zurita,

dejan su trazo hasta formar sombra, flanquean tus ojos,

cauce de aguas pasadas y nuevas, que cuando se secan,

explotan por las manos con la desmesura del amor.

No de la palabra amor, del amor sin palabra

del amor hecho color, hecho símbolo y sueño.

Pulso, tacto turquesa, naranja y negro y dorado.

 

“Los ojos son el espejo del alma”

¡Mentira!

Son las manos

Tus manos, mis manos.

Que son como de padre e hijo. Porque son de padre e hijo.

Manos que han sufrido más para que las otras sufran menos.

Mano flaca, de hueso, rota.

Bajo la herida. Mano

Bajo el trabajo. Mano

Bajo el color. Mano

 

Bajo el agua. Mano,

Mano enfilada para un piquero en el frío Pacifico.

Mano que nos dio la mano, apretada. Luego suelta.

Mano que nos llevó de paseo y compuso fragmentos de tu alma,

y los colgó en nuestros muros, a la vista de todos, abierto, sincero.

Así te hiciste presente aun cuando no estabas.

Y así nos mostraste la belleza del mundo

Sin decir una palabra.

 

***

Berlín. Enero 2017

 

Publicado en revista Madera #2 - Lugares Cotidianos
Enero - Febrero 2018. Madera Berlín. 
Captura de pantalla 2018-01-26 a las 1.05.19 p.m.jpg